Hace poco más de un siglo exacto, «las suffragettes» consiguieron el derecho a voto después de una larga e intensa lucha contra la sociedad patriarcal. El día 6 de febrero de 1918, el parlamento británico adoptó la «Ley de 1918 sobre la representación popular», responsable de sumar a 8 millones de mujeres de más de 30 años a los registros electorales. El acceso de la mujer a la educación, al deporte y a la política, han sido unas de las pocas batallas que han tenido que ir ganando para hacerse hueco en el mundo.

Si observamos el concepto de igualdad desde el punto de vista de hace cien años, seguramente ha mejorado con creces. Pero… ¿Y si lo analizamos desde este preciso momento? La mujer sigue intentando tener el mismo papel que el hombre, sobretodo en el mundo laboral, siempre dominado por el sexo masculino. Durante los últimos 15 años, en España se han incorporado 6,1 millones de personas en el mercado de trabajo, de las cuales 3,4 millones han sido mujeres. Datos que realmente son alentadores. Aún y así, solo el 27% de las mujeres españolas ocupan altos cargos. Concretamente en el sector de la política, el 37% de mujeres tienen un puesto ejecutivo en los partidos. ¿Es casualidad que el 98% de los empleados del hogar sean mujeres?
¿Qué medidas deben tomar las empresas para conseguir una igualdad real entre hombres y mujeres?
- Incorporar la igualdad como uno de los valores corporativos: de esta manera todos los empleados tendrán que promover este principio y rechazar cualquier tipo de discriminación.
- Aceptar la diversidad de género: la variedad es educativa por lo tanto es beneficioso para los empleados que haya personas distintas a ellos, ya sea de género, clase social, raza…
- Acabar con la brecha salarial: que hombres y mujeres cobren exactamente la misma cantidad si realizan el mismo trabajo.
- Llevar a cabo acciones para fomentar la igualidad en la plantilla: formaciones, charlas o talleres donde se sensibilice a todos los empleados, desde la alta dirección pasando por todos los departamentos.
- Abandonar la comunicación sexista: las empresas deben garantizar que las comunicaciones internas y externas no sean sexistas para solucionar el problema desde la raíz.
- Analizar las políticas de igualdad: después de haber insertado las políticas de igualdad, es necesario demostrar que todas ellas han sido beneficiosas para la empresa.
Si hay concienciación, hay resultado y con pequeños gestos se consiguen grandes cambios. La igualdad de género aún tiene un largo recorrido para llegar a establecerse en nuestra sociedad, pero con constancia y confianza, las batallas irán ganándose día a día. Los resultados de los porcentajes son cada vez más positivos y si se genera un compromiso social, lo serán cada vez más.
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