Son muchas las dietas de moda que se extienden por todo el mundo y que tarde o temprano acaban en el olvido. ¿Os acordáis de las dietas Dukan, Atkins, o Paleo?
En mi opinión, con el ayuno intermitente ocurre exactamente lo mismo. Para salir de dudas explicaré brevemente en qué consiste esta forma de alimentación.
Aunque existen varios tipos, como el 20/4, 12/12 o ayuno en días alternos, el más común y sencillo es el conocido 16/8. Consiste en 16 horas de ayuno (únicamente líquidos) y 8 horas de toma de alimentos.
Los estudios sobre este patrón de alimentación y sus posibles beneficios son muy incipientes: no existe una gran evidencia como para que los profesionales sanitarios recomendemos la práctica del ayuno intermitente.
Primar la calidad sobre la cantidad
Lo que sí podemos recomendar, son los alimentos que deben primar en 5, 6, 8 o dos comidas a lo largo del día.
Alimentos de origen vegetal
Deben estar presentes en cantidades importantes, tales como, verduras, hortalizas y frutas. Si nuestra actividad física es de cierto nivel, es decir, entrenamos a diario y de manera intensa, debemos aumentar los alimentos citados anteriormente.
Nos aportan minerales como el calcio, magnesio, potasio, vitaminas antioxidantes, fibra y agua. Todos de vital importancia para obtener un mayor rendimiento y una recuperación muscular idónea.
Cereales
Otro de los grandes grupos de vital importancia en el ejercicio son los cereales, preferiblemente en su versión integral, ya que al conservar el grano entero aprovechamos todo su aporte vitamínico (vitaminas del grupo B) y mineral (fósforo, potasio, calcio y magnesio).
Son alimentos ricos en polisacáridos y, por tanto, con una función claramente energética. Pueden llegar a cubrir cerca del 50% de las necesidades diarias. De ahí, la importancia de este grupo de alimentos en la práctica de ejercicio físico.
Proteínas
En cuanto a las proteínas, uno de los nutrientes más venerados en el deporte, sobre todo en aquellos que pretenden aumentar su masa muscular, hay que tener en cuenta que la cantidad no es lo único importante, sino también la calidad.
Si queremos obtener los mejores resultados debemos consumir proteínas de alta calidad. Aquellas que nos aportan todos los aminoácidos esenciales en las cantidades adecuadas que nuestro organismo necesita.
Por lo tanto, en nuestra dieta deben primar legumbres, la soja, el guisante, el huevo, las carnes magras y pescados.
Grasas cardioprotectoras
Por último, no debemos excluir las grasas, un macronutriente esencial por su valor nutritivo y por las implicaciones sobre la salud derivadas de su composición.
Cuando hablamos de la importancia de las grasas hacemos referencia única y exclusivamente a las grasas cardioprotectoras, presentes en aceites de origen vegetal, como el aceite de oliva virgen extra, frutos secos al natural, semillas, aguacate y pescados azules.
Nos aportan ácidos grasos esenciales como el omega 6, que nos ayuda a prevenir enfermedades cardiovasculares reduciendo los valores de LDL sanguíneo, o el conocido “colesterol malo”.
También nos aportan omega 3, que destaca por su acción antiinflamatoria y antioxidante, muy importante en la recuperación de tejidos y a la hora de evitar el deterioro celular.
Además de los ácidos grasos esenciales, son una fuente importante de vitaminas liposolubles (A, D, E, K). Es de destacar que otra de las características de este valioso macronutriente es su función energética.
Por lo tanto, realicemos o no el ayuno intermitente, el verdadero beneficio no reside en la cantidad de comidas a lo largo del día, sino en los alimentos que consumimos y la práctica de ejercicio físico a diario.
Artículo escrito por Cristina Miguélez (@diet_etica13), Técnico en dietética.