Quizá sea la primera vez que lo intentas o quizá sea la décima. En ambos casos, es normal que te sientas frustrado si no ves resultados. Especialmente, si has empezado a hacerlo por tu cuenta y no estás seguro de si lo estás haciendo bien o no.
Las posibles causas por las que no ves resultados pueden ser las siguientes:
- Es pronto, ten paciencia
Es normal que no veas resultados en las primeras semanas. Los cambios llevan tiempo, mucho más de lo que crees. Si llevas 2 meses siguiendo un plan de entrenamiento y de nutrición y no notas ninguna mejora quizá es que… - Tu plan no es el adecuado
La mayoría de veces, por no decir siempre, no es un problema de fuerza de voluntad. Es normal ver los primeros cambios en tu cuerpo y en tu salud si vienes de no hacer nada. Pero llegará un momento en el que te estancarás si no sabes cómo diseñar un plan que te permita progresar de forma segura y sin lesionarte.
En el mejor de los casos estarás yendo a un gimnasio donde hay clases de HIIT o clases que combinan fuerza y cardio donde hay un entrenador para 10-15 personas. Me parece una opción buenísima, pero quizá tú no necesitas lo mismo que otra persona. Cada plan debería estar adaptado a tu nivel y obviamente, en estos casos, el entrenador no puede adaptar el entrenamiento a cada persona.
Resumiendo: quizá lo que necesitas es un plan que te permita progresar de verdad adaptado a tu nivel o quizá… - No controlas la nutrición
Si no sabes por dónde empezar, tu alimentación debería basarse en aquellos alimentos que encontrarías en un mercado de toda la vida y que no tienen listas de ingredientes.
Incluye una buena fuente de proteínas en todas las comidas (lácteos, carnes, pescados, huevos, legumbres…), escoge fuente de hidratos de carbono nutritivas (tubérculos, legumbres…), añade vegetales y grasas saludables (aguacate, aove, frutos secos…).
Resumiendo: quizá la parte del ejercicio la cumples muy bien, pero si no comes bien o comes demasiado no verás resultados.
Pero vigila, si tu plan de nutrición es muy restrictivo e inflexible, te hace pasar hambre, te prohibe alimentos y, en definitiva, te provoca más estrés y ansiedad, el problema no es tuyo, el problema es el plan. - Eres sedentario
El ejercicio físico, en especial los ejercicios de fuerza, es la mejor opción para perder grasa y estar más sano en general. Pero ejercicio físico no es lo mismo que actividad física. Esta última es algo que deberíamos hacer a diario: andar, subir escaleras… Pero, sobre todo, andar. Al menos 1 hora al día debería ser un hábito igual de importante como comer o lavarse los dientes.
Por mucho ejercicio físico que hagas si en tu día a día no te mueves seguirás siendo una persona sedentaria. - Tienes mucho estrés y/o ansiedad
En situaciones de estrés sostenido en el tiempo a causa del factor que sea, la hormona del cortisol fomenta la acumulación de grasa, especialmente en la zona abdominal. Además de eso, dormirás peor y, este último aspecto, también te hará tener más hambre.
Una de las consecuencias más comunes del estrés crónico es la ansiedad. Hay gente a la que se le cierra el estómago, pero comer por ansiedad es algo muy común hoy en día a pesar de no tener hambre. - Duermes poco o mal
El estrés crónico y la ansiedad van a impedir que descanses bien. Y dormir poco o mal aumenta las hormonas que controlan nuestro hambre y saciedad. A su vez, este hecho aumentará tus niveles de estrés y de ansiedad. Es un pez que se muerde la cola.
Pero no solo eso, dormir poco o mal afectará a los procesos metabólicos que permiten perder grasa o mejorar el estado de forma en general.
Después de leer todo esto quizá te estarás preguntando: «¿cómo puedo saber si estoy progresando o no?»
- Tienes más energía.
- Tienes menos ansiedad en general y por comer.
- Tienes mejores digestiones.
- La ropa te queda más grande o mejor.
- Tienes más fuerza.
- Duermes mejor.
- Te ves mejor en el espejo (yo me hago 1 foto al mes en el mismo sitio y con la misma luz).
- Estás perdiendo centímetros de tus perímetros corporales. Con una cinta métrica mide los siguientes perímetros: cintura (1 o 2 cm debajo del ombligo), cadera (altura de los glúteos) y muslo.
Artículo escrito por Aldo Pisa, entrenador personal graduado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte y Técnico Superior en Dietética.